
María Cristina Garay Andrade (Desde Monte Grande, Buenos Aires, Argentina. Especial para ARGENPRESS CULTURAL)
Qué sola y en silencio quedó la noche serena
Retumba el eco de mi llanto derramado por la pena
El viento roza mi cuerpo y se oye como lejano
Recordándome suavemente las caricias de tus manos
Camino errante en la madrugada pensándote
El alma herida se encuentra vagando aturdida
Mi corazón no entra en razón por su desilusión
Gime el amor su amargura con aflicción
¿De quién es el pronombre mío?
Me pregunté con desánimo sombrío
Como el río constante que lleva su cause al mar
En este abismo de soledad jamás te dejaré de amar
Quédate en mí aun cuando el dolor se temple
Y cuando en la noche tu silueta nostálgica contemple
Mi amor no guarda rencor a tu desamor
Te recordaré uniéndonos sin tiempo con todo su esplendor